En la cabeza de Robert se acumulan muchas emociones, la que más reflejaba su rostro era la rabia, le habían robado su vida, Robert no tenía nada más que su familia y sus amigos, ningún bien material, recuerda que vivía con su hija, su trabajo como entrenador de Artes marciales le daba lo justo para ir tirando, no porque tuviera pocos alumnos, al contrario, lo que ocurría que la mayoría eran jóvenes con dificultades económicas y sobre todo muchos problemas personales, chicos y chicas de todo tipo, desde hijos de amigos del barrio, hasta jóvenes de familias de otros países que habían llegado al barrio, personas que venían de pasar muchas calamidades por causa de las guerras y la miseria, Robert no puede olvidar a toda esa gente que dejó en su barrio, especialmente a su hija Gema.
Rebeca se da cuenta, Robert está muy triste, con la mirada perdida, y los ojos empañados, se acerca y le pregunta de nuevo, -¿Quieres hablar de ellas?. Robert después de un breve silencio dice, -mi hija era lo más importante que tenía, -era mi motivo para vivir.
-Las cosas no iban bien para nadie, -pero teníamos todo lo necesario para vivir dignamente, -y para ayudar a mucha gente, -éramos una gran familia, -y Gema era un ejemplo para muchos niños, era una campeona en el más amplio sentido de la palabra, -y recuerdo que éramos felices. -Después de haber pasado por muchos problemas, -estábamos haciendo lo que mejor sabíamos hacer, ayudar a través del deporte.
-Mi barrio, continua Robert, -había pasado por muchos momentos malos, algunos muy jodidos, pero siempre sabíamos como levantarnos. Rebeca pregunta, -¿a que te refieres con muy jodidos?. -En aquella época los problemas no solo eran económicos, le sigue contando, -la mayoría caímos enfermos, distintas plagas quisieron acabar con todos, y casi lo consiguen, pero muchos fuimos capaces de superar todo tipo de situaciones, desde las malditas drogas, hasta enfermedades que se llevaron a mucha de nuestra gente, entre esas personas estaba mi mujer, se llamaba Rosa, murió cuando Gema era solo un bebe. -eso estuvo cerca de acabar conmigo, me quedé vacío, sin ganas de vivir, pero mi hija me dio las fuerzas necesarias para seguir luchando.
-Me siento muy desdichado, Gema y yo estábamos bien, siempre juntos, no teníamos mucho dinero, pero tenía todo lo necesario. -Sobre todo la tenía a ella. Rebeca le dice, -he visto la foto de tu hija, era una niña muy guapa. -Si, contesta Robert con un brillo en sus ojos, -siempre ha sido preciosa, en la foto tenia solo un año, cuando me alejaron de ella tenía 19 años, un corazón enorme, como sus ojos, verdes oscuros, que al atardecer se volvían verdes como el limón antes de madurar. Y la sonrisa más Bonita del mundo, en el barrio la querían mucho.
-No consigo entender porque me alejaron de ella. -Es por lo que tenemos que entrar en la sala de nuevo, hay que buscar en todas y cada una de esas cajas, necesito respuestas.
-Son varios miles de capsulas, dice Rebeca, nos llevará mucho tiempo, -tiempo es lo único que tenemos ahora, le responde.
Pasados unos días Robert estaba inquieto, habla con Diego y Paula, -No puedo esperar más, tengo que ir a esa sala, yo solo, no quiero poner en riesgo a nadie.
Rebeca estaba escuchando, -no te dejaré ir solo, recuerda que ahora tu eres lo único que tengo,
-nosotros ya estamos en riesgo. -Y ¿sabes que?, yo también estoy muy cabreada, y quiero acabar con esos miserables. Robert esboza una sonrisa y le dice, Rebeca, se te va pegando el royo Vallecano.
Paula les invita a ir a la gran mesa, allí les espera Hamid con unos cuantos jóvenes. -Estos chicos quieren ir con vosotros, sus padres desaparecieron y creen que en esa sala los pueden encontrar. Robert les dice, -si alguien de vuestra familia está en alguna de esas cápsulas yo les encontraré.
-Tenemos que ser muy cautos, no pueden saber de ninguno de nosotros, Rebeca y yo entraremos de nuevo en esa sala.
-No podéis entrar por el mismo sitio dice Hamid, mientras le muestra unas imágenes en la gran pantalla, en las que se ve cómo una esfera se acerca al agujero que Robert había hecho en la pared.
De esa pequeña nave sale un chorro de un tipo cemento que como una gran impresora repara el hueco en un instante.
-Vale, dice Robert, ¿habéis visto algo más?. Verónica dice, no, pero he colocado varios fusiles en diferentes lugares para poder seguir vuestros pasos. Robert le pide que se lo muestre. Verónica entonces toca un botón de la mesa y en la pantalla se empiezan a ver imágenes del exterior de la gran sala, Robert le dice, -quiero ver la que apunta al tejado, acerca la imagen a esta zona, indicando el lugar por donde saltaron, encima de la montaña de arena. La imagen se acerca y se puede ver que la placa metálica que Robert había levantado seguía igual. -Esto no lo han visto dice Robert, necesito una cuerda y un gancho para escalar, subiremos por el mismo sitio que salimos la primera vez.
Paula dice, -eso no sera problema, tenemos todo lo necesario.
-En estos días ¿se ha visto algo extraño ahí afuera?, pregunta Rebeca, Hamid contesta, no, solo la esfera que reparó el hueco. -Después, ni los rifles apostados de Verónica ni los ojos de Rumbo han visto ningún movimiento. -Entonces saldremos esta noche.
Uno de los jóvenes se acerca a Robert y le da un papel, te hemos apuntado los nombres de nuestros padres, información sobre ellos y las fechas en las que desaparecieron, Robert se guarda la nota y le dice, -si están allí los encontraré. El joven le abraza y le dice, -tened mucho cuidado por favor, son muy peligrosos. Robert sonríe y le dice, -¿sabes qué?, que tengan cuidado ellos con nosotros.
Se aproxima la noche, Rebeca y Robert están listos para salir, se despiden de todos, Rumbo y Verónica les vuelven a guiar hasta la salida.
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