jueves, 16 de mayo de 2019

Capitulo XIV LA HUIDA



Emprenden la huida a través de los túneles. Robert se orienta bien. Llegan al agujero que había hecho. -Esperad, les dice, se asoma, él primero. Comprueba que nada en el exterior les esta esperando.

 Salen los demás. El pánico se puede ver en sus caras. Lo que acaban de escuchar les ha aterrorizado. -Vamos hacia el norte, dice Robert. Alba era sin duda la más asustada. -En esa dirección no hay nada, responde Alba.

 -Tenemos que refugiarnos en la comunidad de tu barrio, le insiste.
-No podemos ir allí, -Pondríamos en riesgo a esa gente. -Ahora nos están buscando a nosotros.

 El tiempo empeora. -El aire y la arena les golpea en la cara, esto, dificulta el camino.

-No tenéis que preocuparos por el aire. -De esta manera nos resultara más fácil buscar un lugar seguro. -Este viento de arena nos tendrá ocultos de esa gente.

Siguen caminado. avanza lento, pero Robert recuerda cada lugar de la ciudad. Los edificios mas antiguos seguían siendo los mismos. 

 -Buscaremos algún lugar donde poder escondernos. -Mientras pensamos algo.

-¿Que podemos hacer nosotros?. Decía Alba sin dejar de llorar.

 Los tres estaban asustados. Robert mas bien, se mostraba indignado.

 -Vamos por aquí.

 Recordaba que muy cerca de la nave estaba una buena zona de Madrid. La calle Sainz de Baranda. Algunos edificios, los de su época, estaban menos dañados.

 Robert les dice. -Vamos a entrar aquí. 

Entran en el portal. Nada mas pasar por la puerta se escucha un estruendo.

 Los tres se tiran al suelo. -¿Que ha sido eso?, dice Rebeca. -Son ellos, -nos han descubierto.

-No, dice Robert, -eso parecía un trueno. -¿Que es un trueno?.

 -Creo que os perdisteis muchas de las maravillas de la tierra. -¿Le llamas maravilla a esa explosión?. Entonces, del cielo, comienzan a caer pequeñas gotas de agua. Cada vez más, cada vez más grandes.

 Robert sale a la calle y levanta la cabeza. Las gotas le golpean en la cara. Abre la boca y extiende sus brazos. 

 Rebeca sale y se pone frente a él, y hace lo mismo. Los dos ríen.
 Jan y Alba también se dejan llevar por la emoción. Rebeca dice. -Es la primera vez que vemos caer así el agua del cielo. Robert se rie y dice. -Yo he vivido muchas tormentas. -Pero llevaba mas de mil años sin ver lluvia.

 El agua es limpia. Un tanto cálida, pero suficiente para saciar la sed.

 Se adentran de nuevo en el edificio. Las escaleras están destrozadas. -Seguirme, les dice. Se dirige al patio de luces. En la pared hay una escalera de incendios.
Robert les dice vamos a subir.

 Antes, un pequeño ruido. Los cuatro se quedan quietos y en silencio. Cuando Robert va a asomarse a las escaleras. Pasa a toda velocidad una gran Rata. Los tres gritan. -¿Que ha sido eso?. -Sólo era una rata. -Por lo visto Rosendo estaba equivocado. Los tres no entienden nada.

 De pronto, sigilosamente, aparece Rumbo. El perro de la comunidad. Robert se agacha y lo acaricia. -Veo que a ti tampoco te gustan las ratas amigo.

 Rumbo le mira finamente. Robert entonces le habla. -Diego. -Amigos. -No salgáis de vuestro refugio. -Corréis peligro.

 Robert le cuenta lo sucedido a través de los ojos del perro. Rumbo, de nuevo le muerde el pantalón. Tirando de él.

 -Ya se que queréis que vayamos. -No me voy a arriesgar a que seáis descubiertos.
 
 -Diego vamos a ponernos a salvo. -Cuando caiga la noche iré yo solo. Pensaremos juntos que podemos hacer.

El perro le suelta y desaparece.

 Suben los cuatro por la escalera. Robert primero. Llegan a la altura de una ventana que está sin cristales. Se cuelan dentro. Era una cocina. -Pasan a lo que era un gran salón.

 El suelo conservaba la tarima. Lo que le hacia un lugar cálido. Robert dice. Tenemos que buscar un cuarto pequeño. -Hace frio. -Y no podemos hacer fuego.

 Pasan a un gran dormitorio. dentro tenia un vestidor. y dentro de este, un armario empotrado.

 -Aquí estaremos bien. -Siempre he sabido que estas casas tenían armarios grandes, -más que muchos pisos.

 Arranca una grandes cortinas que conservaba la habitación. Coge otras del resto de dormitorios.

 Entre los cuatro las sacuden de polvo y arena, y las meten en el armario. Y se acurrucan dentro.
 Rebeca. -Gracias Robert. -De no ser por tI, -no se que hubiera sido de nosotros. 

 Robert abraza a Rebeca, y dice. -De no ser por vosotros, -yo seguiría dentro de esa caja.
-Eres muy valiente. le comenta Rebeca. -¿Valiente?. -No se trata de eso. -Me han quitado todo. -A mi. A muchas personas. -A vosotros también.

 -Tenemos que hacer algo. -Estos cabrones no se pueden salir con la suya. -Por muy poderosos que se crean.

Rebeca entonces, cae en algo. -Robert, -sobre tu desaparición no han dicho nada. -¿Como no han visto que faltas tu?. Robert responde, -porque no me gusta dejar rastro.

 -Eso y porque mi madre me enseño, -que antes de salir de casa, -hiciera mi cama y recogiera mi habitación.



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Capitulo XXI LOS REFUERZOS

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