jueves, 2 de mayo de 2019

Capitulo II EL APEADERO




 Comienzan a caminar, todo es muy diferente a lo que habían visto. Avanzan como cuatro pequeños ratones por una gran tubería. 

 Parece que el túnel muy al final se desvía a la derecha. 

 Siguen adelante, no llevan nada encima, sólo sus trajes, estos están preparados para el viaje no para caminar, por lo que deciden quitárselos. 

 Su ropa interior es de color azul, como de licra, parecen trajes para esquiar. Andan descalzos, pues las botas que llevaban formaban parte del traje que se acaban de quitar. 

 Una brisa les alerta, el aire que viene hacia ellos les tira al suelo, ven pasar sus trajes hechos añicos. 

 Una nave pasa por encima de los cuatro. Ruedan como pelotas pero ninguno sufre daños importantes.
 Parece que la nave reduce su velocidad cuando toma la gran curva que ahora si pueden ver. 

 Luces y sonidos les da a entender que la nave está haciendo la maniobra para detenerse, pero no lo tienen claro pues no pueden ver que ocurre después de esa curva.
 Si la nave no hubiera tenido esa parada los habría absorbido, pues la velocidad a la que viajan supera los 3.600 kilómetros por hora. 

 Los cuatro corren hacia la gran curva, -estamos aquí, que alguien nos ayude, gritan como queriendo alcanzar la nave, pero la curva parece no tener fin.

 Ecuchan angustiados como la nave parece iniciar su marcha, y de nuevo el silencio.

 No tienen agua, por lo que el camino se hace cada vez más duro. 

 Por fin ven lo que hay después de la curva, una especie de apeadero o pequeña estación. 

 Llegar antes de que otra nave les atropelle es vital. Parece el único refugio. Además quizás desde allí se puedan comunicar y pedir ayuda.

 Llegan y suben al andén con dificultad. Otra brisa les alerta, sin duda es otra nave, pero esta parece no tener parada, por lo que los cuatro se agarran a una especie de barandilla, lo único que parece tener ese apeadero.

 Pasa la nave, los cuatro aguantan agarrados. Se miran. 

 El pánico vuelve, está vez la brisa viene del otro lado, otra nave pasa, esta vez en dirección opuesta. La curva y tener que reducir la velocidad les salva de ser absorbidos. De nuevo el silencio. 

 La barandilla sufre daños, lo que hace ver que donde estaban agarrados en realidad era una puerta. La abren, y descubren una gran sala.

 Entran y la puerta se cierra. El silencio de nuevo, y poco a poco la oscuridad se disipa. Lo que ven les deja perplejos. Miles de cápsulas, como ficheros numerados. 

 Deciden mirar en uno. Alba tira como el que abre un cajón, dentro lo que parece un sarcófago, con un cristal tintado. Este se va aclarando y se ve una joven, igual que Alba.
 La propia Alba tira de lo que parece un tirador de emergencia. La cápsula se enciende y cuando la joven desconocida abre los ojos, estalla. La explosión deja el cristal teñido de rojo. 

 Mientras Paul mira atónito el contenido de otra cápsula. Cuando la luz opaca del cristal se disipa ve un joven idéntico a él.

 El joven del sarcófago abre los ojos, y asombrado ve también que tiene delante alguien idéntico. 

 Los cuatro corren hacia la puerta, pero esta sólo se abre por fuera. En esta se puede leer Línea 6. 




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