-Si
ese perro está aquí, tiene que haber algo más, tenemos dar una
vuelta por la ciudad y averiguarlo.
-¿Hacía donde vamos?, pregunta Rebeca. -Vamos
al sur. Contesta Robert, Rebeca le dice -¿Allí estaba tu casa?,
¿verdad?. Robert contesta, -allí es donde se dirigió el perro.
Parecía que algo le llamo la atención en esa dirección, vamos a
ver que.
Según van andando, pasan por la estación de Atocha, parece que esta
como el resto de la ciudad. Toda la estructura del techo se había
venido abajo, y se podía ver el interior.
Tenia un enorme boquete
donde estaba la estación como Robert la conoció.
-¿Vosotros decíais que erais de aquí?, pregunta Robert al grupo.
Porque esto esta destrozado, como el resto de la ciudad, incluso peor diría
yo.
-En
esto también os han mentido. Aquí nunca habéis vivido, les dice
Robert. -Nuestra estación se llama Atocha, pero es un lugar que
en nada se parece a todo esto, le dice Paul, que continua explicando.
-En nuestra comunidad somos unas doscientas personas, el lugar en más
pequeño, y solo salimos para asistir a seminarios, nos preparamos
para ser los Maestros en nuestras áreas.
-¿Maestros?, y ¿a quien enseñáis?, y ¿para que?. Jan responde,
-lo mismo que nuestros Maestros nos enseñaron, a vivir de una forma
adecuada. Nuestro objetivo es ser personas dignas, que cuidemos de
nuestro cuerpo para que este sea perfecto. -y eso es lo que tenemos
que enseñar a nuestras nuevas generaciones.
Robert
les dice, ¡vale!, y además de formaros como unos educadores
sociales, ¿que hacéis cuando no estáis viajando?.
Los
cuatro se mira. Es Alba la que responde, -ya te hemos dicho que
somos unos privilegiados, en nuestra estación nos dedicamos a
formarnos en valores, llevamos una vida adecuada, y
realizamos muchas actividades.
-¿Que actividades?, Pregunta Robert. -De
todo tipo. Natación, utilizamos cintas para correr, ejercicios
deportivos.
-Joder, Pues eso es como vivir en un gimnasio,
les dice Robert, y ¿no tenéis ninguna actividad para pasarlo bien?,
porque eso tiene que ser muy cansino.
A que te refieres con pasarlo
bien, le dice Rebeca, no sé, algún tipo de diversión tenéis
que tener. Jan contesta, -Si también jugamos al ajedrez. -Joder,
dice Robert, menudas fiestas que os pegáis.
-¿Tenéis tiempo libre?,
para relacionaros entre vosotros al menos, ¿no?, -¿Para que?, dice
Jan, no tenemos tiempo para eso, nuestras actividades son constantes, y después dormir las nueve horas necesarias.
-Lo que digo menuda vidorra, por
los cojones, casi prefiero el sarcófago.
-Por
lo menos echareis algún polvo de vez en cuando, ¿no?. No
se a que te refieres con eso dice Alba. Sexo, dice Robert, echar un
quiqui, de alguna forma os tendréis que reproducir, digo yo.
-Te
refieres a crear, dice Rebeca, llamalo como quieras, pero ¿lo
hacéis?, o ¿no lo hacéis?, Si
claro para eso si. Para crear si copulamos.
-Bueno,
algo es algo, dice Robert. Y
¿cuantos niños sois en esa comunidad?, tu Rebeca, ¿tienes algún hijo?. responde
-¿hijos?,
no, yo he creado dos personas. ¿personas?, dice Robert sorprendido. -Y ¿donde están?.
Los cuatro se miran, y responde Alba, de las personas que creamos se encargan de sus cuidados Maestros cualificados, nosotros no podemos hacerlo, no sabríamos como. Vale dice Robert, -Y, ¿donde están los niños?.
Los cuatro se miran, y responde Alba, de las personas que creamos se encargan de sus cuidados Maestros cualificados, nosotros no podemos hacerlo, no sabríamos como. Vale dice Robert, -Y, ¿donde están los niños?.
-Ellos
crecen en otra estación, una exclusiva para ello. Robert
sorprendido dice, -pues
un sitio sin niños es un sitio sin vida, digáis lo que digáis.
El
camino se hace pesado, cada vez más, según se acercan al sur, más
arena se van encontrando. Llegan al Barrio de Vallecas, y a Robert se
le nota muy afectado.
-¿Donde vivías?, le dice Rebeca. Robert le
dice, ya no hay nada. El paisaje que se encuentra le deja paralizado.
Después de la Avenida de la Albufera todo era un desierto, solo a
lo lejos se veía
algún tejado de las torres de Entrevias, la
zona
donde Robert vivía.
-Tengo
que ir allí, dice Robert. -No creo que sea buena idea, dice Rebeca,
allí no hay más que arena.
-Lo sé dice Robert, mientras mira a través de la mirilla del rifle, estaba lejos, pero pudo ver algo que de nuevo llamó su atención. Era la estación, se veía parte de su cúpula, y justo debajo, el perro, de nuevo mirando a los ojos de Robert.
-Lo sé dice Robert, mientras mira a través de la mirilla del rifle, estaba lejos, pero pudo ver algo que de nuevo llamó su atención. Era la estación, se veía parte de su cúpula, y justo debajo, el perro, de nuevo mirando a los ojos de Robert.
Era curioso el color de ojos del animal, Robert
pudo observar que
tenia uno
de
cada color,
azul y verde.
-Tenemos
que ir hasta allí, les dice Robert al grupo. -si ese perro esta
allí, seguro que no esta solo.
El grupo estaba asustado, querían
regresar, solo Rebeca estaba dispuesta a acompañarle. Aunque todos
se veían más seguros con Robert, y deciden seguir juntos.
Llegan al barrio de Robert, y se
paran en la estación, estaba oscuro, y el aire que salia de la
entrada era mucho más frio. Robert mira a la zona donde se crió,
solo se veían dunas de arena.
En
ese momento, de la entrada sale el perro, se queda parado, mira a Robert y mueve la cola, y mira a Paul, tuerce la
cabeza sorprendido del parecido de este con Robert. Paul parece
no gustarle mucho al perro, ni a Paul el animal.
El perro gruñe, se
acerca a él ladrando. -Paul le dice, -¿que haces bestia?, y hace el
gesto de darle una patada.
Cuando un disparo pasa rozando la cabeza
de Paul. Reventando un cubo de basura que tenia justo detrás.
El perro de un grito se mete corriendo en la estación. Robert apunta
en la dirección de donde vino el disparo.
Puede ver que desde una de
una ventana de las torres alguien le apunta. No se ve claro, solo que
es un rifle como el que lleva Robert.
Los dos se siguen
apuntando.
Y muy despacio quien apunta a Robert
baja
el arma, se ve la silueta de una mujer que va retrocediendo y
desapareciendo es la oscuridad de la ventana.
-¿Quien
ha disparado?,
y ¿porqué quería hacerme daño?, Robert responde, nadie quería
hacerte daño Paul, si hubiera querido ahora estaríamos todos
muertos.
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