sábado, 4 de mayo de 2019

Capitulo V LA MIRILLA





 Se adentran en la Ciudad, caminan despacio, pues el terreno es arenoso. -Robert pregunta, -¿porque a mí época le llamáis prehistoria?. Se miran los cuatro, Jan responde, -porque la historia moderna comenzó a partir del año 2500.

-Fue cuando nuestros Maestros nos salvaron, Rebeca interrumpe, -ese año se nubla el Sol y los Maestros son los primeros en instalarse en las estaciones de metro de todo el mundo.

-Era el lugar más seguro, y a través de sus túneles se comunicaban con los que sobrevivieron. Robert responde, -¿sobrevivieron a que?. Paul, -a la glaciación.

-Robert enojado les grita, -esto es arena, no hay ninguna glaciación, -tenemos que averiguar que está ocurriendo.

-Alguien me puede explicar ¿que hacía yo en esa puta caja?, -y todos los demás, ¿quienes son?, ¿que hacen ahí?, -y sobretodo, ¿porque?.

-Lo único que tengo claro es que os ha mentido. Rebeca pregunta, -¿porqué dices eso?, Robert le dice, -no hace falta ser Albert Einstein para saber que la tierra sigue girando. Los cuatro se miran confusos.

-Mirad, cuando estaba en el colegio nos explicaron que la inercia de la rotación del planeta es lo que nos da la estabilidad, -o algo así creo recordar.

-Esto si lo recuerdo, entonces Robert toma un cubo lo llena de arena y comienza a imitar la rotación con él, -¿veis?, -mientras voy girando la arena permanece quieta, en su sitio, -sin embargo si lo detengo aquí arriba, -toda la arena se cae.

-Jan, el experto en historia le replica, -y nos quieres hacer creer con tu patética clase de física nos has convencido, -que la tierra ¿sigue girando?, -que ¿nunca se detuvo?.

-No, responde Robert, -lo podéis ver vosotros mismos, y les señala el Sol. -Veis, ahora esta más próximo horizonte. -Esta cayendo, -eso significa que la tierra está girando, -que anochece, -que hace mas frio, -y que tenemos que buscar un sitio seguro para descansar.

 -Todo esto es desconocido para nosotros, dice Rebeca. -Robert, ¿conoces algún sitio donde podemos refugiarnos?.
-Si, vamos por aquí, dirigiéndose al centro.

 Las principales calles se veían bastantes deterioradas, muchos edificios y establecimientos eran nuevos para Robert.

  -Grandes pantallas habían sustituido a escaparates y no se podía ver de qué tipo de establecimiento se trataba, pues sin energía estaban en negro.

  Robert reconoce uno, una gran superficie, de esas de corte inglés. 

-Pasemos aquí, dice Robert. Paul y Jan le dicen, -esto no padece muy acogedor. -aquí no nos quedaremos. -Sólo quiero ver que podemos encontrar que nos sea útil. 

 Muchas de las plantas del edificio seguían conservando algunos artículos. Robert mira un letrero en él que se podía leer artículos de Caza.

-Veo que algunas cosas no han cambiado. -¿Que no ha cambiado?, pregunta Rebeca. -El placer de matar, responde Robert, cogiendo de una vitrina un rifle.

 Éste no era como Robert los recordaba, aunque la función era la misma. Tenía un cargador de proyectiles pequeños, parecían perdigones. Una mira telescópica con un gran alcance.

-Si esta mirilla tiene este alcance estos proyectiles tienen que hacer daño, decía Robert mientras llenaba el cargador de cientos de esas pequeñas bolas.

  Robert apunta hacia un maniquí que se encontraba en la otra punta de la planta.

  Dispara, y se puede ver como la cabeza del maniquí se convierte en polvo, y además. Detrás abre un boquete en la pared de más de un metro de diámetro.

-Esto es impresionante dice Robert. -Y ¿para que necesitamos eso?, preguntan Paul y Jan. -Para nuestra seguridad dice Robert.

-¿Nuestra seguridad?, dijiste que nos llevarías a un lugar seguro para descansar, -y esto es un asco dicen los dos. -Vamos, miraremos como sigue un sitio cerca de aquí.

 Llegan al lugar, Robert comenta, parece que no ha cambiado mucho. Incluso se sigue llamado igual. Estaban en la puerta del Hotel Ritz.

 Pasan al gran hall, y comentan los cuatro, -¿aquí estaremos bien?, no parece nada acogedor. Robert se dirige a las escaleras y dice seguirme.

-Suben a la zona donde están las suites. Entran en una, la más grande. Estaba llena de polvo, pero conservaba sus lujosos muebles. Robert sacudió algunos edredones y cerró todas las ventanas.

  Rompe un mueble, y enciende un fuego en una gran chimenea. -Vosotros descansar, yo estaré vigilando.

  -Tu también tienes que dormir algo le dice Rebeca, que no se separaba del fuego. -Yo he dormido demasiado tiempo, ¿no crees?, responde Robert.

  La noche deja paso al amanecer. La luz que entra por la ventana deja ver a un Robert dormido. Sentado frente al balcón con el rifle en una mano y unas fotos en la otra.
  Rebeca se acerca sigilosamente, y coge con mucho cuidado las fotografías. En un de ellas se puede ver a Robert con una mujer y una niña.

  Robert despierta. -¿Que haces con eso?, le reprocha.
-¿Quien son?, -¿era tu familia?. Robert le quita bruscamente la foto y guarda silencio. Sólo un brillo en sus ojos contestan a Rebeca.

  Por debajo de la puerta de la habitación Robert ve pasar lo que parece una sombra. Corre hacia la puerta y cuando la abre, escucha unos paso muy ligeros bajando las escaleras. Baja corriendo y sale a la calle. Algo parece que se aleja al final de la calle.

  El polvo levantado no le deja ver bien que es. Entonces, a través de la mirilla de su rifle ve algo.

  No se distingue bien al principio, pero cuando Robert lo tiene en el objetivo, ve como a lo que está apuntando se detiene, se gira, y se le queda mirando.

  Era un perro, de tamaño medio, y con unas grandes orejas, parecido a un lycaón, un perro africano, pero muy blanco y de pelo más largo. El animal mira fijamente a los ojos de Robert, a pesar de la distancia.

 Robert también mira sorprendido. Es cuando algo llama la atención del perro, gira la cabeza y sale corriendo. Desapareciendo entre las calles.

 Cuando Robert vuelve al hotel, los cuatro están en la puerta. -¿Quien era?, preguntan los cuatro asustados. Rober dice, -Era un perro, los cuatro muy sorprendidos le dicen, -es uno de los seres que desaparecieron, -junto a otros que no soportaron el cambio en nuestro clima. 

 Robert contesta, -Pues por lo visto alguien lo soportó.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Capitulo XXI LOS REFUERZOS

 Robert y Rebeca regresan a la sala donde se encuentra el fichero, -¿has visto algo?, pregunta Rebeca, -no, responde. Entonces Rebeca...